Asentaba navajas en un listón de cuero,
porque era su trabajo arrancarle a los rostros sus
animales muertos.
Hacía barba y bigote para el espejo atestado de
gente.
Su navaja pulía aquélla superficie,
rasuraba los rostros del espejo y haciendo su
trabajo
afeitaba al espejo ?
Era más chico que un tarro de gomina Brancato
mi abuelo,
por una cabeza más alto que la muerte.
Invitaba al cliente sacudiendo una toalla
y el cliente ocupaba aquél sillón Dossetti de
madera
y entraba en el espejo.
El estilista hablaba solamente con su tijera
y cuando ella por fin tenía la lengua despegada hacia un lado
el decía: «servido».
Mi abuelo maquillaba al espejo con estrellas de
talco y usaba un pulcro saco blanco.
La muerte-que también es prolija- le envidiaba
su colección de peines.
Un día la muerte, que hojeaba una revista
deportiva, dijo: «me toca a mí».
Y ocupó aquél sillón, despatarrada y con un
remolino en la cabeza.
«Tiene un pelo difícil», dijo sin voz mi abuelo.
Después, la muerte asentó su navaja y haciendo
su trabajo, rasuraba al espejo ?
El peluquero se marchó bajo un cielo cualquiera
con estrellas de talco.
El espejo se pasó la mano por la cara afeitada,
suave, como un recién nacido
y para usted cual puede ser la connotación?
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